Conversando sobre el curso de oratoria e imagen personal en Mendoza (1), surgieron algunas ideas y preguntas muy interesantes que compartimos en este post.
Ser o no ser
Una de las ideas más difundidas que encontramos es que aprender a hablar bien, implica aprender a teatralizar. La comunicación verbal, la oratoria, las presentaciones y otros tipos de comunicación oral donde la comunicación corporal y actitudinal juegan roles decisivos, son percibidas, muchas veces, como dramatizaciones. Pero comunicar no es actuar. Actuar es crear un personaje, comunicar es relacionarse, ponerse en relación, crear empatía, conectar, escuchar.
Un empleado tiene que presentar un nuevo proyecto, prepara una presentación hermosa, ensaya tonos de voz, frases para distender, se viste impecable. Pero luego nadie recuerda su presentación, ni el objetivo, ni los puntos salientes: su mensaje se disolvió en sus encantadoras maneras, se convirtió en un personaje. Es verdad que cierto grado de “actuación” es necesario, especialmente en lo que refiere al compromiso corporal del expositor con lo que expresa, pero esto tiene que ver con el desarrollo de ciertas habilidades de expresión corporal para comunicarse efectivamente.
A reuniones abstractas resultados abstractos
Un gerente convoca a una reunión a su equipo, no informa para qué es la reunión ni cuánto durará. Cuando comienza la reunión no presenta los temas de los que hablará, solo enuncia un tema general, dice tenemos que tratar esto. Expone durante 30 minutos, hace algunas preguntas, termina la reunión. A la semana se está lamentando porque el equipo no lo comprendió, porque no se hicieron las cosas pedidas. El gerente asume que necesita ser más persuasivo y aprender a motivar. Pero lo más probable es que no necesite ser más persuasivo, sino que necesite ser concreto y conectar con su equipo. “Estás aquí porque necesito tu ayuda para resolver esto. Te pediré 20 minutos de escucha y luego te escucharé. El plan de acción es este y en 3 días nos reuniremos a revisar los resultados. Qué piensas de lo que te estoy diciendo. Qué sientes.” Es decir, precisión extrema + feedback, porque lo más motivador que le puede pasar a un colaborador es saber qué se espera de él, especialmente cuando se lo convoca a una reunión.
Batido pero no revuelto
En relación con el párrafo anterior, un problema demasiado frecuente es la desorganización de la información o la falta de información: en una presentación oral es fundamental presentar información, clara, ordenada jerárquicamente y que no supere la cantidad de ideas que es adecuado compartir en el tiempo pactado (ante la duda: tres ideas es un buen número). Es fundamental que la información esté completa y ordenada para obtener buenos resultados de comunicación, con presentaciones de estructura sencilla (sin saltos de un lado al otro), palabras comprensibles y toda la información necesaria a disposición, nada provoca más ansiedad en el oyente que tener que reponer la información que le falta mientras escucha.
Haz lo que yo digo, pero no lo que yo siento
La desconexión de quién habla con lo que dice, la exposición como vacía o, lo que es peor, actitudinalmente contraria a lo que dice, genera enorme desconfianza. Si quien habla está convencido, convence, si está desmotivado, desmotiva, si está confundido, confunde. La falta de conexión de quien habla con sus propias emociones y las de los demás, es una de las razones por las que se frustran presentaciones conceptualmente buenas.
También ocurre con aquellas personas que están tan pendientes de cómo se ven, tan preocupadas por qué estarán pensando de ellas, que están ausentes en su propia conversación. Manifiestan nerviosismo, duda, se tocan el pelo, se mueven, miran cada gesto en su interlocutor buscando aprobación; su comunicación depende de lo que deducen el otro está pensando. El orador no debe ser el centro de la comunicación, solo debe ser un facilitador coherente y empático, que es un lugar mucho más relajado, que la pesada tarea de imaginar qué estarán pensando los demás.
No todos son problemas de comunicación
En las situaciones en que la comunicación se produce, en el sentido esquemático de que el receptor da cuenta del mensaje del emisor y éste mensaje exige una acción por parte del receptor, como ocurre con las pautas de trabajo, pero que luego esa acción esperada no se realiza, bueno, eso no es un problema de comunicación, ese es un problema de gestión del personal y liderazgo. Algunas empresas desplazan los problemas que tienen de organización y liderazgo hacia temas de comunicación. Pero cuando un empleado o un área de la empresa sistemáticamente no colabora en lo que se le demanda, no es que no entiende el mensaje, es que no colabora por otras razones, o como dicen en España “pasan de todo”.
El trabajo de la oratoria en la empresa es exponer con claridad lo que tenemos para decir y ofrecerle al otro un mapa de ruta completo, de comienzo a fin. Conectar, escuchar, explicar, empatizar, es decir, crear una conversación, ya que el fin es trabajar colaborativamente en un contexto compartido y eso se logra con confianza y conversaciones que la alimenten.
¿Y la flexibilidad y la improvisación? En otra entrada.
(1) Programa ejecutivo en oratoria e imagen personal. Escuela de negocios, Fundación Universitas. funiversitas.org
Imagen: Freepik.
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